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8 de marzo de 2016

IBAFF 2016 (I): The iron ministry, Under construction y The fortune you seek is in another cookie


Iniciamos con esta entrada nuestra crónica de la Sección Oficial de Festival IBAFF 2016. Sin duda, una jornada de alto nivel donde hemos podido disfrutar de tres largometrajes y seis cortos (reseñados independientemente aquí por méritos propios) de nada menos que siete nacionalidades distintas.


The fortune you seek is in another cookie es una obra que se asemeja a lo que usualmente solemos llamar vídeo-ensayo, en donde el narrador ilustra con imágenes la enunciación de sus pensamientos, aplicado a un diario grabado de viajes. La película, de origen austriaco recuerda a otras obras que también hemos visto en este festival, sobre la búsqueda de uno mismo a través del viaje sin rumbo fijo, el viaje como objetivo en sí mismo, Mapa (Leon Siminiani, 2012) o Estudio de reflejos (Juan Soto, 2014) son dos grandes ejemplos. Creada por Johannes Gierlinger, la obra adquiere una mezcla más ambivalente que en los otros dos diarios de viaje citados. Gierlinger potencia dos puntos dispares que intenta unificar. Uno de ellos es su voz en off, sin apenas sonido ambiente son sus pensamientos pseudofilosóficos sobre la búsqueda de la felicidad y la máscara, según nos parece decir, que todas las personas cargamos bajo el peso de la subyugante presión socializadora, los que llenan la banda sonora de una película cuyas imágenes, por el contrario, suelen recorrer el mundo, de manera admirablemente dispar, capturando la gran mayoría de los movimientos sociales del globo. Una obra amplia, expansiva y ambiciosa que también resulta difusa y poca centrada.


Under construction (Rubaiyat Hossain, 2015) sigue haciéndonos viajar por el mundo pero de forma muy distinta a The fortune you seek is in another cookie. Si la obra de Gierlinger se movía sin cesar por el globo, aquí nos situamos en Bangladesh para no movernos físicamente pero sin dejar de seguir descubriendo las idas y venidas del mundo actual. En Bangladesh, una actriz de mediana edad, casada con un hombre rico y aburrido sigue persiguiendo su sueño de ser una actriz de prestigio, modernizar su obra, intelectualizarse y NO tener hijos hasta que todo eso se cumpla. A su alrededor, su hermana pone en riesgo sus posibilidades de un futuro de independencia heteropatriarcal al enamorarse del ascensorista; su madre enferma solo se queja de la poca tradición y religiosidad de sus hijos y el hermano mayor, ausente durante toda la película, solo podía vivir, cómo no, a miles de kilómetros de dicho país, que se moderniza para pena de unos y alegría de otros. Estamos ante un relato de corte clásico y puramente narrativo, cuyo principal interés es su compensada apuesta por la lucha feminista, acompañada de un interesante examen de la sociedad tradicional, la cultura patriarcal y la necesidad de reinventar las tradiciones y reventar los cánones. Todos, tanto elementos de denuncia como propuestas de progreso, son completamente extrapolables a cualquier otra parte del mundo, entiéndase España.


El largo día de cine no podía acabar con otra película que no fuese The iron ministry (J.P. Sniadecki, 2014). Sí el IBAFF, en honor a Ibn Arabí busca y potencia el cine como exploración y viaje (tal  y como nos dijo su director) desde luego la programación de hoy ha seguido esa línea. Viajes, al igual que las anteriores no faltan en esta obra, y exploración tampoco, porque los viajes son totalmente distintos. Realizada durante tres años, este documental está formado por todas las grabaciones realizadas durante ese tiempo en las más diversas vías ferroviarias de China. Desde el tren más rural, lleno de intestinos de vaca o fruta, a trenes de trabajadores, empresarios o inmigrantes. J.P. Sianadecki consigue con este sencillo planteamiento, necesitado de paciencia y sabiduría, reflejar todas las matrices del gigante asiático. 


Como si las vías de dichos trenes fuesen las venas del poderoso país, asistimos a la evidencia de su desmesurado e incontrolable cambio. Lo rural frente a la urbe, la tradición representada por la carne sangrante que cuelga del tren frente a los noodles instantáneos que tanto demandan los clientes del mismo. El problema del Tíbet, junto con las minorías étnicas y religiosas de un país que ha de aunar un territorio en continuo movimiento, son temas que se suceden ante el objetivo de una cámara que observa atenta a todo lo que le quieran contar. Las imágenes de los trenes muestran, cuando enfocan a los pasajeros, unos vagones abarrotados de población, otro símbolo del exceso de un país cuyo aumento de poder excede a la mayor capacidad de organización posible. El culto al tren, dragón de hierro como nos dicen que lo llaman en el Tíbet, se completa con grabaciones al exterior, a los túneles y edificios. El juego con el sonido chirriante tan propio de este modo de transporte, que siempre ha representado no solo al cine desde su nacimiento, sino a la expansión y desarrollo moderno de todo país, se completa de esta forma como un mosaico temporal francamente interesante.


Por Rafael S. Casademont
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