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23 de diciembre de 2015

[CRÍTICA] La academia de las musas: la inspiración


Primera película española en ganar el Giraldillo de Oro, el gran premio del Festival Europeo de Sevilla, La academia de las musas es el último, y de nuevo sorprendente, trabajo de José Luis Guerin. El veterano director, maestro del mal llamado “otro cine español” vuelve a regalarnos un trabajo de un valor inversamente proporcional al dinero invertido en él. “fijaos en que, normalmente en las películas hay muchos logos antes, veréis que en esta película no los hay” nos dice Guerin antes de que empiece la película directamente sin, como bien ha dicho, ningún logo de ningún mecenas público o privado.


La academia de las musas es un modelo de clases que un profesor universitario ha establecido con sus alumnas para recuperar la figura de la musa. Mediante las reflexiones en el aula se atisba la arriesgada propuesta de este profesor de potenciar la inspiración artística en la sociedad a través de la creación de la figura de la musa, una especie de evolución de la mujer corriente para el arte. Las relaciones del profesor con su mujer y dos de sus “musas” conformará el resto del relato.


Ante un argumento tan imaginativo como inverosímil y reflexivo el espectador asiste a una serie de conversaciones de argumentación intelectual sobre todo lo que conlleva esa propuesta casi distópica del profesor, cadena de escenas sin intermedios cuyas palabras atraen el oído y despiertan la mente. Ya que asistimos a una conversación tremendamente interesante tenemos ganas de argumentar a favor o en contra de cada frase, de forma tan exquisita e incorrecta como lo hacen los protagonistas, el amor, la inspiración, las relaciones de pareja, la juventud, la vejez, la creación, la originalidad; todos y más, elementos tratados de forma aparentemente sencilla en un guión recitado y co-creado por actores no profesionales que, lejos de perjudicar al relato, le dan más veracidad.


No exenta de humor (sobre todo a través del personaje de la mujer del profesor que ve a su marido rodeado de jóvenes musas) la película también cuenta con un apartado visual muy llamativo. Uno solo puede admirar el ingenio de un artista y reconocer a un verdadero cineasta en la figura de Guerin cuando, con una mísera cámara digital y sin ningún presupuesto exterior el autor de Innisfree consigue las que muy probablemente sean las imágenes más bonitas del año en el cine español. Y es que el nicho estético que el realizador encuentra en el juego de fusión de dos imágenes en los reflejos de los cristales, a la vez que vemos a los personajes dentro, es maravilloso. Guerin, en su habitual humildad explica la idea diciendo que al no tener presupuesto para dirección artística decidió grabar solo los rostros, al no ser actores, grabarlos desde fuera del cristal y ya que estaba, que el entorno se viera reflejado en éste para no quedarse sin él. No sabemos cuánto de azar o improvisación tiene el arte, pero las musas de Guerin están muy en forma, si es verdad que estas cosas le pasan solo le pasan a él y a unos pocos más.


Sí se ha de poner un "pero" a Guerin y a su obra es la de los numerosos parpadeos a negro de la película, realizados en el montaje para eliminar los segundos en los que hay fallos de cámara. José Luis Guerin dijo que en España existe la tendencia de esconder la pobreza de medios en el cine y él no quería hacer eso, al ser él el propio operador de cámara cometía fallos de foco o luz que, en la película se extraían de la escena mediante esos segundos en negro. Quizás, y solo me atrevo a decir quizás, hubiera sido mejor y más sincero con respecto a los medios con los que está realizada la película dejar los fallos que estos provocan y no ocultarlos mediante unos parpadeos a negro que, sin oír a Guerin, siempre sincero, muchos interpretarán como un supremo mensaje artístico oculto por interpretar de parte del director de Tren de sombras.


En definitiva, una película que nadie debería perderse, no solo es la mejor película española del año, sino que en el mal llamado cine indie probablemente sea la mejor obra del año. Para los amantes del cine de verdad, del cine que nace de la necesidad de crear, de rodar y de encontrar la verdad a través de la cámara, para todos ellos está La academia de las musas.

Por Rafael S. Casademont
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