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11 de octubre de 2015

[CRÍTICA] Taxi Teherán: Esta crítica ha intentado juzgar solo a la película por sí misma y no por su valor político y social, pero no lo ha conseguido


Jafar Panahi lo ha vuelto a hacer. Taxi Teherán no es solo una buena película por lo que es, sino por lo que significa. Con el pésimo, racista y cobarde sistema de distribución que impera en la mayoría del mercado español difícilmente nos llega todo el cine que nos debería de llegar. Si analizamos las fechas en las que llega lo que llega la cosa es aún más indignante, pero que llegue esta película a algún cine de España (nosotros la hemos visto en la Cineteca, Madrid) es un pequeño milagro, ya que está película no debe, legalmente, existir. Pero el cine es un arte, el arte domina lo misterioso, lo inexplicable, invisible e intangible y por ello no se puede legislar.


Jafar Panahi, para quien no conozca su obra y o su historia, es un prolífico director iraní que comenzó su carrera de la mano del conocido Abbas Kiarostami. Al realismo de su maestro sumo un mayor sentido del humor y un recuperado compromiso social que, después de ya haberse ganado el prestigio internacional con películas como El globo blanco, El espejo o El círculo le valieron, después de Fuera de juego una condena de cárcel. Debido a las protestas internacionales el gobierno recapacitó con algo, puede que peor. Panahi volvió a su hogar pero con arresto domiciliario y la prohibición de ejercer su profesión, de hacer cine.


El director iraní ya se ha saltado está prohibición tres veces, a través de diversas escaramuzas y trucos que no permitan ver a las autoridades que está haciendo una película. Una voz autorizada nos cuenta que This is not a film llegó a Cannes y, de ahí, al mundo, en un pen drive metido en un pastel.


Aún no sabemos los avatares de la realización y distribución de su nueva obra pero sí agradecemos el poder verla.  Taxi Teherán nos muestra a Panahi como un extraño conductor de Taxi, interpretándose a sí mismo. Grabada con dos cámaras en soporte giratorio dentro del vehículo, por el transporte irán pasando diversos pasajeros que proporcionaran a la historia diversos puntos de vista, humor y crítica sobre el estado iraní. El vendedor de películas pirata “sin mí, no hay más Woody Allen”, la mujer de las flores, las ancianas del pez que les salvará la vida o la charlatana sobrina de Panahi exponiendo a su tío las enseñanzas de su profesora sobre una película “distribuíble” sacan una sonrisa de pocos segundos, pero una reflexión bastante más extensa.


Está misma sobrina, esperamos que futura cineasta como los  también iraníes Samira y Moshen Makhmalbaf (padre e hija), fue la encargada de recoger el Oso de Oro a Mejor película en el Festival de Berlín de este 2015.  Obviamente su tío no pudo ir. Recoger premios se podrá prohibir, hacer películas, nos han demostrado ya varias veces que no.


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