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9 de enero de 2014

Obtáculos que hacen la vida: A propósito de Llewyn Davis.




Esta semana hemos podido gozar de tener en cartelera la última película de la pareja de hermanos más famosos tras la cámara. La última obra de los Coen, A propósito de Llewyn Davis, fue presentada en el pasado Festival de Cannes, donde tanto crítica como público coincidió valorándola de forma positiva. Y no es de extrañar, porque parecía que cada vez las expectativas para los Coen eran más bajas. Aunque nadie dudaba o ha dudado nunca de su calidad tras la cámara, sí es cierto que Valor de ley (2010) pasó bastante desapercibida y que Quemar después de leer (2008) y Un tipo serio (2009) no tuvieron tanta pegada.

Me apetecía ver su último estreno, ya que no les seguía la pista desde No es país para viejos (2007), y me he llevado una más que grata sorpresa.

A propósito de Llewyn Davis transmite la sensación de estar medida milímetro por milímetro para transportarnos mediante sensaciones a ese ambiente desolador y estancado de los cantautores sesenteros. Nuestro protagonista, Llewyn Davis, un cantante de folk de mediados de los sesenta, y gafado a más no poder, deberá ir sorteando los duros obstáculos que le impone la rutina y la vida cotidiana. Porque querer dedicarse al arte de la música no es fácil, y tampoco lo fue en los sesenta, donde hacía ya tiempo que la ventas importaban más que las letras profundas. La capacidad para contagiarnos el punto de vista del protagonista se consigue, primordialmente, gracias a un complejo tratado emocional del personaje (algo sorprendente en los Coen). Siguiendo su pista en cada momento nos hacemos conscientes de lo duro que llega a ser tener unos principios firmes e inamovibles, que cegarán su concepción de la industria, un ideal que murió hace tiempo junto a su compañero de banda.


Intentar dejar algo atrás no significa que no nos afecte en un futuro, ya sea el causante una persona o un animal, pues muchas veces ellos son la razón de que emprendamos o escojamos ciertos caminos. De esta manera la película moldea y construye pieza a pieza un personaje que se niega a vivir plenamente en el presente aunque, a la vez, pretenda olvidar su pasado, imposibilitándole esto a reconocer que no puede viajar atrás y empezar de nuevo. La industria musical ya no es lo que era, todos a su alrededor lo han reconocido y utilizado para llegar a la fama, Llewyn tendrá que apoyarse en ellos para piedra a piedra construir su pirámide de esperanza, aunque finalmente sea derrumbada.

Quizás sea el fin del viaje de Llewyn, un viaje que le ha llevado a reconocer la verdad sobre su mundo, el de la música. Quizás sea hora de volver a casa tras una aventura surrealista y desesperanzadora, como Ulises tras sus viajes, o como un gato que vuelve con sus dueños tras sufrir las penurias por intentar ser libre en sociedad. Aunque es posible que ese viaje inacabable y repetitivo sea en realidad el propósito que siempre ha perseguido, no hay una meta definida, solo obstáculos. Valiosos obstáculos que hacen la vida.


Alfonso Cañadas para Cine a la Carbonara. Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

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