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28 de noviembre de 2015

[CRÍTICA] Sicario: Un autor en Hollywood, entre el bien y el mal



Sicario puede convertirse en la película que confirme a Denis Villeneuve como un director de masas, cada vez más ambicioso en sus argumentos y más atractivo para la taquilla. El canadiense, probablemente, no se convertirá en el próximo mainstream de la cinefilia, en Nolan o Tarantino, pero sí se está ganando el derecho a ser nombrado como el director más en forma en cuanto al formato de thriller de acción estadounidense. Recordamos nuestra reseña a la más acertada Prisioneros.



La película narra la historia de una agente de asalto del FBI que será reclutada por la CIA para luchar contra la droga en la frontera y al otro lado de la misma. La constante tensión de las operaciones y la invisible división entre el bien o el mal, entre buenos y malos, acaban de conformar el argumento, por otra parte clásico de esta película.


La nueva película de Villeneuve no pasará a la historia como la obra maestra del subgénero del tráfico de drogas (emparentémosla con la más angulosa Traffic de Soderbergh) pero sí como una película bien realizada, llena de buenos momentos y en la que el director no renuncia a la dureza que deben tener sus personajes sin, a su vez, entrar en la exposición pura de la violencia como hacía Amat Escalante en Heli. De nuevo vemos  cadáveres bajo los puentes, asesinos (sicarios) que vuelven a su casa a llevar a sus hijos al colegio con sangre en las manos y policías aún peores.


El trío protagonista juega a un alto nivel destacando por encima de Josh Brolin, quizás algo histriónico, a Benicio del Toro en un papel que le va como anillo al dedo y a Emily Blunt. Es habitual que las películas americanas nos cuelen a gente de belleza casi irreal en todos los papeles, no existe para los americanos la normalidad. Pese a ello, Emily Blunt consigue con su seria, sobria y compleja interpretación asemejarse a los demás compañeros de su unidad, auténticos armarios más propios del rugby neozelandés. En el otro lado esta Benicio del Toro y sus susurros (en castellano e inglés), que serán el personaje que represente la línea entre ambos mundos, solo él puede o debe cruzar de uno a otro.


No obstante, lejos de recordarnos a otros clásicos del género, la narrativa de constante tensión que plantea Villeneuve desde el minuto uno hasta el último nos recuerda más a ejercicios narrativos como el que le valió el Oscar a Kathryn Bigelow por En tierra hostil. Aquí no hay que desactivar bombas pero cuando en cada esquina alguien puede disparar el peligro es el mismo.


Los planos de helicóptero, la excelente situación de la acción de Villeneuve, unas muy correctas interpretaciones, una buena música de acompañamiento y un director que sigue siendo fiel a sí mismo y a su historia en los momentos importantes da como resultado una de las películas más disfrutables de la cartelera.
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