[CRÍTICA] Paulina: el conflicto entre la verdad y la justicia

Tras su excelente debut con El estudiante, Santiago Mitre vuelve con Paulina, la cinta más premiada en la pasada edición del Festival de San Sebastián galardonada con el Premio Horizontes, Premio de la Juventud y Premio RTVE “Otra mirada”. Además, en el Festival de Cannes se llevó el Premio FIPRESCI en la Quincena de realizadores.

Su ópera prima se caracterizó porque, a pesar de no contar con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y las Artes Audiovisuales y de financiarse de manera absolutamente independiente, fue reconocida internacionalmente por público y crítica, además de ser nombrada como una de las mejores películas argentinas del año 2011. 

 

Su última película, La patota (Paulina es España) se basa en una película de 1961 que recibe el mismo título. El director extrae de ella el argumento superficial, el de una joven que acepta ser profesora en un colegio situado en la zona marginal de Buenos Aires. Allí, una pandilla (patota) formada por varios de sus alumnos la atacarán y violarán. Tras su argumento base, Mitre esconde su intención principal: la actitud frente a tal situación, la de buscar la justicia o descubrir la verdad sobre los hechos. Así, se crean dos puntos de vista dispares entre los personajes: por un lado, el padre de Paulina, que es juez, solo quiere encontrar a los culpables y darles su castigo. Por otro lado, Paulina, una joven abogada, quiere hablar con los responsables y saber la razón del suceso acaecido. 

De esta manera, Paulina tomará sus propias decisiones, desde un punto de vista complejo y, a veces, difícil de comprender. Es probable que el espectador no entienda las acciones que tomará Paulina ante tal situación, pero sí logrará empatizar con ella. Dolores Fonzi realiza una interpretación excelente, consiguiendo una naturalidad desgarradora con la ayuda de planos gráficos e incómodos.

Así, Santiago Mitre trata un tema tan delicado como una violación desde un punto de vista completamente diferente, en donde se cuestiona la “solución” convencional a un acto tan duro, profundizando en temas de actualidad como son la justicia, la violencia, el poder, la restricción de las normas, la ideología política y la solidaridad.