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26 de septiembre de 2014

Omar: apasionante, hermosa y cruel realidad


Omar de Hany Abu-Assad, fue la ganadora del Gran Premio del Jurado en la sección “A Certain Regard” del Festival de Cannes 2013 y, además, compitió por el Oscar a Mejor Película Extranjera con rivales como La Gran Belleza o Alabama Monroe. Está película de escasa, aunque existente distribución, no merece pasar desapercibida ya que, claramente, estamos ante una de las grandes obras del pasado año.



La película procede de Palestina. Es difícil de creer que en medio del conflicto Palestino-israelí se puedan realizar largometrajes de talla internacional pero, como Omar vuelve a demostrar, el cine, como todo arte, es indestructible.


Al contrario de lo que suele ser habitual en el cine árabe, la película cuenta con un ritmo apabullante a lo largo de su corta duración. Dejando al espectador respirar solo hasta el minuto uno de película, Hany Abu-Assad, conocido por Paradise now, nos cuenta la historia de Omar, un joven palestino que está estableciendo un pequeño grupo de resistencia (o terrorista, según el bando) con sus dos amigos de la infancia. Omar salta el muro cada vez que puede, esquivando los disparos para reunirse con ellos, pero sobre todo para ver a su amada. Después de la primera acción del grupo, Omar será retenido y torturado. Cuando lo sueltan ha de elegir entre él y sus amigos. A partir de este momento se desarrollara una compleja y ambigua historia de persecución, traición e infiltración que salvo el presupuesto poco tiene que envidiar a Infiltrados o La noche más oscura.


La historia está llena de intensas emociones, tratadas siempre de un modo muy complejo, como en los callejones que recorre Omar a toda velocidad, nunca se ve la salida y cada vez parece todo más difícil. La película hace gala de un guión intenso y sorprenderte que pega al espectador a la silla y hace aconsejable acudir a la sala con las uñas recién cortadas. La narración no se queda atrás, acompañada de una excelente fotografía,  nos mueve por esta historia, llena de ritmo, de forma clara pero laberíntica.


El grupo de actores amateurs hace una labor notable, destacando el protagonista, y siendo aprovechados por el director con hermosos primeros planos que nos desnudan a estos personajes tan reales. Esta característica da a la película ese toque de veracidad que requiere, acercándonos a la realidad de un conflicto, pero sobre todo de una persona dentro de ese caos. No esperen encontrarse una película que se posicione en el conflicto, que denuncie u opine claramente, sino con un film tan cruel como apasionado, tan real como hermoso sobre cómo las cosas malas de la vida suelen vencer a las buenas.


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